ALFAQUEQUE

Alfaqueque
Francisco Moyano
Última actualización 27/01/2008@22:49:15 GMT+1
La palabra alfaqueque posee una sonoridad diferente. Cierto atisbo de exotismo la hace especialmente atractiva.
Se trata de un vocablo que proviene del término árabe clásico “fakkak” y el diccionario de la Real Academia recoge dos acepciones: en primer lugar el “hombre que, en virtud de autoridad competente, desempeñaba el oficio de redimir cautivos o libertar esclavos y prisioneros de guerra” y en segundo “aldeano o burgués que servía de correo”.

En Marbella Alfaqueque es otra cosa: una librería que carece de espacio físico pero que estuvo presente en la Feria del Libro y que, a partir de una cartera de varios cientos de clientes, proporciona aquellos libros que los lectores reclaman, aunque para ello haya que vencer diversas dificultades para encontrarlos.

En cierto modo constituye para el librero una especie de reto; este moderno alfaqueque de Marbella se encarga de rescatar del olvido ediciones y autores que descansan en estanterías de editoriales, organismos públicos, fondos bibliográficos, etc. Podríamos considerarle un intermediario entre el deseo de conseguir un libro y la fase final en que el ejemplar se coloca entre las manos del lector. Este “alfaqueque” de los libros no es nuevo en el oficio; durante años desempeñó la tarea en el sector tradicional al que llegó con una buena carga de idealismo romántico sobre el papel del librero y fue, paulatinamente, desanimándose cuando comprendió que era un simple vendedor de libros y que el negocio obligatoriamente tenía que imponerse sobre la proyección cultural.

Poner en práctica el compromiso con la cultura

Además de profesor de adultos, de investigador histórico y escritor, Andrés García Baena es, ante todo, alguien profundamente comprometido con la cultura y su librería “Alfaqueque” es una forma de poner en práctica ese compromiso. Pero García Baena no se ha detenido en la librería sino que ha querido emprender otra empresa cultural, posiblemente inédita en Marbella: una editorial. Preferentemente se enfocará hacia la publicación de obras de investigación histórica pero no se descartan otros géneros. Iniciativas como la de Andrés son de esas que no trascienden apenas a la opinión pública, que no constituyen generalmente noticia en los medios de comunicación pero que reconfortan a los que consideramos que también de cultura vive el hombre (y la mujer).

No creo que Andrés García Baena pretenda hacerse rico con “alfaqueque” en alguna de sus vertientes pero, al menos, merece el aplauso generalizado y el deseo de que la incipiente empresa logre consolidarse rápidamente. Simplemente haber puesto en marcha algo así es ya un triunfo; supone que en esta ciudad tan vilipendiada y revestida de oropeles de frivolidad no solamente crece la hierba mala, algo que los de aquí ya sabemos pero que conviene recordar porque no falta quien no termina de enterarse o acaso no quiere hacerlo. Alfaqueque contribuye a redimirnos de alguna esclavitud, de cierto sambenito de ciudad bravía que a lo largo de los años se nos ha adosado.