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lunes, 8 de septiembre de 2014

Lenguaje y género. Sobre el todos y todas. Publicado en La Tribuna Express en septiembre del 2014.



Lenguaje y género. Sobre el todos y todas
En ocasiones, contemplamos extasiados cómo algunos de nuestros políticos “progresistas”, con el fin de eludir el “lenguaje sexista”, acaban aburriendo a determinados oyentes, generalmente a los no pertenecientes a sus postulados ideológicos, con expresiones repetitivas, casi mantras, del tipo de: Compañeros y compañeras, estamos aquí reunidos todos y todas…. Extirpando de un plumazo, una de las leyes más importantes del lenguaje como es la de la economía de la lengua.
Todo parte de la idea de que el lenguaje posee un componente sexista y un carácter andrógino, el cual no negamos. Ahora bien, ¿realmente esta es la mejor manera de superar las desigualdades?
La idea parte de un presupuesto que no está absolutamente nada claro: El lenguaje reproduce el pensamiento; por lo tanto, si nuestro lenguaje no es sexista, contribuiremos a configurar un pensamiento no discriminatorio. La creencia de que la sociedad se puede transformar a partir del lenguaje, idea hoy muy criticada, es conocida como la hipótesis de Sapir-Whorf.
Con respecto a la relación entre pensamiento y lenguaje hay mucho que estudiar e investigar, existiendo, en la actualidad, básicamente tres grandes teorías, no pudiendo dar el tema por zanjado en términos generales. Noam Chomsky, el más influyente en estos sectores sociales con su Gramática generativa, postula la idea de que el lenguaje es primero y después el pensamiento. Esta hipótesis confirma la creencia mayoritaria de estos sectores socio-políticos de que sin lenguaje no podríamos pensar, de ahí la importancia de no usar los nombres genéricos para combatir el sexismo.
Por otro lado, Piaget, siguiendo en parte, la afirmación de Descartes de “Primero pienso, después existo”, apoya la tesis de que el pensamiento es anterior al lenguaje. Cuando estudia el desarrollo intelectual, comprueba cómo desde las primeras fases del niño, en el desarrollo de la inteligencia práctica, ya se distingue entre medios y fines. Y más adelante ofrece otros argumentos y estudios en los que afirma que los sordos-mudos generan la inteligencia a partir de la acción y no del lenguaje, lo mismo que los humanos prehistóricos.
Por último, Vigotsky, asevera que hay un gran paralelismo, una fuerte interacción dialéctica entre lengua y razonamiento.
No vamos a profundizar más en las argumentaciones de las diferentes teorías, pero en la idea de eludir las anacrónicas formas de uso del femenino y del masculino, intentaremos mostrar como sociedades mucho más paritarias que la nuestra están intentando dar una respuesta diferente. Se trata de la apuesta de los países nórdicos (especialmente Suecia), sociedades donde la simetría y los roles masculino-femenino han llegado a su mayor nivel y equivalencia. Todo comenzó en los años sesenta, cuando numerosos lingüistas, respondiendo a las demandas feministas trataron de dar una solución, desde mi punto de vista, mucho más imaginativa y lógica.
Parece que las nuevas formas de vivir la sexualidad, las reivindicaciones de un transgénero y las condiciones intersexuales postulan cada vez más la idea de un tercer sexo. En la tónica de ello y cumpliendo con la ley del mínimo esfuerzo o de economía de la lengua propusieron pronombres que no designaran condición sexual alguna. El primero de ellos es hen, con el cual se trataba de evitar el uso de él/ella. En 2012 se publicó un libro Kivi och Monsterhund (Kivi y el perro mosntruoso) en el que se suprimió el pronombre han (él) y hon (ella) en pos del neutro hen. Igualmente, los vocablos mammor y pappor (padre y madre) se  sustituyeron en el cuento por los nuevos términos más neutros mappor y pammor.
Sin embargo, Susanna Karrlsson, responsable del Consejo de Lenguas Sueco ve necesario conservar los pronombres como categoría de orientación y su colega Mikael Parkvall se muestra muy escéptico con la creencia  de que la lengua determina el pensamiento.
En cualquier caso, parece ser que bastantes escolares están introyectando estas actitudes con sus vocablos correspondientes y que los roles masculino/femenino cada vez son más difusos para las nuevas generaciones. Pero para ello no solo se están aportando cuestiones lingüísticas pues se está actuando desde propuestas mucho más transformadoras; por ejemplo, la tradicional asignación de juguetes y la consiguiente compra por los mayores son totalmente neutros. Así, en los catálogos de Navidad para Suecia y Dinamarca de la cadena Toys R Us encontramos niñas jugando con escopetas y camiones y niños cuidando muñecas. Igualmente, la asignación de colores tradicionales de rosa para niñas y azules para niños, están invertidos en todas las facetas de la vida.
La idea es borrar totalmente los estereotipos de género. En pos de esa idea existen fortísimas apuestas como: que la cadenas de ropa hayan eliminado las secciones de niños y niñas, que en Alemania en las partidas de nacimiento no se indique el sexo o que las asociaciones de juegos tradicionales como los bolos y muchos otros están fusionando los torneos masculinos y femeninos, los políticos proponen la puesta en marcha de aseos neutros para que nadie tenga que autocalificarse y que en las guarderías y colegios infantiles al alumnado sea obligatorio llamarlo por su nombre de pila con la idea de no tener que usar términos de género.
Todo indica que en estas sociedades tan paritarias se camina, a pasos agigantados, hacia la ausencia total de estereotipos de género y que la diferenciación de los mismos acabará algún día. Mi pregunta es si nuestros políticos y las sociedades mediterráneas están en este debate.
Andrés García Baena



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